domingo, 29 de noviembre de 2009

"Mundos Paralelos"

“Dios mío por qué me has abandonado”
Grita un niño mientras su vientre es devorado por los parásitos del hambre, su cuerpo pesa menos que su fe y su piel se encuentra debajo de sus huesos. Moscas juegan a joder mientras su ceguera lo hace ver mejor, ahora no tendrá que ver a la muerte llevarse su alma. Como ángeles jugando a qué encontrar dentro de la basura para poder llegar a un mañana y mañana buscara entre la tierra y el infierno, encontrando lo qué tú llevas colgando del cuello, piedras, oro y diamantes de sangre. La guerrilla lo recluta para predicar su religión pero su nariz chata lo delata, ahora el machete de otra tribu le arranca un brazo dejándole el sobrante a merced de su rifle. Lo abraza logrando escupir balas de plomo que como gotas de lluvia acida eliminan a los niños que jugaban a matar. Un cuerpo herido sobrevive al pan de cada día, machete en mano le logra marcar una sonrisa macabra en su cuello, sal picando sangre por doquier mientras danza al son de la victoria. El pequeño guerrero le adelantó lo que al final la enfermedad del diablo quería lograr.

Un poco más al norte donde soplan vientos con arena…
Descalzo recoge las tierras donde una vez el hijo de un dios marcó con su sangre, ahora el caos impera en tierra santa, tierra de cruzadas y dioses armados, guerras entre religiones lo obligan a tomar rumbos paralelos a sus propios sueños. Nació casado sin poder amar. Su crianza se basa en un tal Al-lāh (Alá) y sus amigos le inyectan dosis de odio que va directo a su corazón. En su mente una sola palabra debe importar “ŷihād” (jihad). Al amanecer rezando por costumbre y al atardecer pidiendo perdón. Su crecimiento va armado de Corán (Qur'an), oración y su muerte será la llave de su cielo. Mientras más almas lo acompañen más grande será su riqueza. Apenas conociendo la vida se amarra con cinta adhesiva cartuchos de libertad. Seis libras de explosivos lo empujan a llegar hacia aquella mezquita ajena. Arrodillado implora el nombre de su dios acompañado de una fuerte explosión derramando polvo y cenizas. Una lluvia de miembros calcinados rebotan en el suelo. Ajenos y acostumbrados las lágrimas recogen los cuerpos heridos. Aquí nada paso y mañana saldrá otro más en nombre del Dios Alá (Al-lāh).

Mientras al sur de donde todo proviene…
Unos gritos anuncian el nacimiento permitido de su única oportunidad, unos ojos preciosos le llaman mamá, pero todo está mal, no puede ser fémina, la maldición del dragón recoge su familia. Sin pensarlo la arropan en un manto color “hasta nunca” y a merced del destino la arrojan a la noche sin saber cómo sobrevivirá. Al tiempo le crecen sus senos y un extraño la hace su esclava. Buscándose su alimento labora creando lo que nosotros usamos, ganándose menos de lo que tiramos al suelo. Armada de valor sobrevive el abuso, su esperanza la lleva en sus bolsillos rotos acompañada de la belleza creada, publicidad absurda asesina de fe. Sueña que será así mientras le compran su cuerpo, falsificadora de gemidos, creadora de orgasmos, complaciendo a todos por un precio módico, a todos menos a sí misma. La presión la ahoga en un mar de placeres, senos más grandes rodeados de cicatrices, la huérfana va cavando su propia tumba, buscando en vano quien es ella sin encontrar nada. Sin alma por dentro, metal en mano perfora sus venas vaciando de esa forma todos los pecados, los de ella y los de todo aquel que la trato de hacer suya. Al final nadie pudo identificar aquel hermoso cuerpo malgastado por el destino, ahora formará parte de los sin nombres, otra joven que se quita la vida sin tener un por qué.


En la tierra de los sueños suicidas, donde nadie se ha ganado nada…
Nace un rubio en cuna de oro, todos celebran la llegada del heredero, una mujer en cuerpo de hombre, rompiendo todos los esquemas que dicta la sociedad patrocinados por la religión. Dueño de una mirada que llega más allá que tus ojos, un gusto medio raro y la atracción hacia el mismo sexo. Cuando joven le rezaba a Jesús mientras se preguntaba el por qué, un emisario del señor lo trata de enamorar, le toca sus piernas y sus manos lo llevan a la gloria. El tiempo transcurre, él se detiene mirando su reflejo a sabiendas que ese espécimen no es él. Algo sucede, los gustos le cambian, ahora papi lo odia. Por qué todos son diferentes o yo estaré mal. Pasan las noches su cuerpo suda, su corazón palpita mientras él y su amigo se hacen uno. Jugando a las escondidas, haciendo lo ilegal amándose más allá del amor. Un solo cuerpo cargando dos almas distintas. Un torbellino de sentimientos se apodera de él, olvidarse de lo que nunca será es su única puerta abierta. Ser o no ser, la desesperación le asesina su sonrisa, se olvida de todos, ahora es mujer. Como inquilinos de su memoria se vuelven sus padres. Todos sospechan, todos le juzgan, solo uno lo ama, lo besa, lo ama, se entrega completo mientras por la rendija de la sombras sucumba una mirada de aquel extraño. Una mano le seca aquella lágrima seca mientras la otra le sostiene aquel opaco revolver. Lo mira con un odio que jamás debió existir, le apunta mientras dos miradas se entrelazan en este único te amo que ni Dios sabe pronunciar. Se oyen muchas detonaciones, retumbando en el cielo su hijo se fue. El padre rabioso le quitó su vida y jamás lo dejo amar. Se oyen los medios, otro crimen de odio, la iglesia lo apoya, se escuchan los “se lo merecía”, mientras aquel padre le quitó la vida a su propio hijo y a su yerno esa imagen se quedará impregnada en su recuerdo, imagen de dos seres amándose como nadie ha amado. Asesinados por el mero hecho de amar y ser amado. Otro impune creación de la intolerancia, si al final todos somos iguales.

Un poco más abajo donde los sueños se cumplen si cruzas fronteras…
Un mismo óvulo regala doble vida, la percepción del destino, cuatro senos en vez de dos. Gemelas preciosas, caminos distintos. Intercambiándose sueños, negociando destinos, así el tiempo transcurre y las gemelas juegan a vivir sin sufrir acostumbrándose a soñar y a que la gente las confunda. Ojos preciosos, cuerpo esbelto, la belleza les abunda y las oportunidades les escasean. Cada una por separado compra destinos al dos por uno. Baratijas del querer, kamikaze del mañana. Invocando a los elementos, emprenden su camino, extranjeras en sus propias tierras, con su futuro de frente atrás solo quedará un mejor mañana. A una el calor le desintegra su piel, el horizonte se hace borroso y dentro de un baúl recoge el desierto. Inhala, exhala, mientras en su cielo se cruza su hermana. Cruzando continentes cargando en su cuerpo el cuerpo de Cristo, en su vientre el vicio ajeno, hay va llena de gracias sin darse cuenta que sus propios ácidos perforan sus sueños. Mientras abajo, víctima de algún coyote que le robó su suspiro, se asfixia de poco a poco, rodeada de extraños con un mismo destino, el sol le calcina sus esperanzas, el miedo le jugó una mala trastada ahora yace a merced del desierto. Peleándose por el poco aire que queda. Respira profundo sin saber que ese era su último bocado de vida. Arriba un pequeño agujero negro, deja en libertad la arena de aquel agrietado reloj, el sudor emana de sus poros, sus ojos pelean por estar alerta, su cuerpo dejó de luchar, se desploma al suelo emanando saliva blanca de sus hermosos labios, la sangre recoge sus narices y su corazón late al son del tic tac de la muerte. En un instante de segundo se encuentran las hermanas camino a la nada, dejando atrás sus cuerpo, sus sueños y una vida sin vida. Una yace encerrada en el baúl de aquel carro sin placa, formando una fiesta de cadáveres en busca de algo mejor. Inmigrantes en su propia tierra cruzando la frontera en busca de lo que les pertenece, ahora agonizan entre los sueños y la migra. La otra se desvanece en el suelo de aquel avión con destino a la nada. Murió otra mula que cargaba sus sueños. El destino se apropió de aquellas almas gemelas ni los diarios ni los medios anuncian sus sueños en luto. Las esperanzas enfrascadas en botellas naufragas en un desierto, en el viento en los cuatro elementos. Sus espíritus contemplan la mariposa que cruza la muralla hacia un mundo peor…

Cruzando el mar donde reside la monarquía y la felicidad viene en pastillas donadas por la madre patria.
Un hombre pone toda su última esperanza en aquel minúsculo espermatozoide, gavilán de fluidos, dejando atrás su cola, se da a la tarea de crear vida. En homenaje a las leyes de la naturaleza. En un haz de luz nace la criatura, habla, camina, le coge admiración a los sueños. Una mente brillante cubierta por un insignificante cráneo. Intelectual del destino, creyéndose su propio dios. Arrogante como el propio viento. Junto a sus ideales de narciso, rumbo al éxito tangente. Pobre ignorante con un universo en su contra y el destino transversal. Se detiene el tiempo, el infinito y un trágico horizonte. Llevando a sus narices el polvo zombi aniquilando las membranas cerebrales. La angustia lo ahoga en el vicio, la melancolía juega con lo que pudo ser. La droga le regala el sepulcro ubicado en el fondo del silencio. Sin control, controla su vicio, se nutre de químicos creadores de mundos artificiales. Ya ni sabe quién es, se siente un extraño en su propio cuerpo. Lo que suda lo intercambia por la felicidad en pastilla. Una estrella agoniza en una vida irreal. Él ha enterrado sus propios sueños, su propio yo y el mañana, los ha ubicado en un abismo infernal. Con tanta sed, la ausencia lo empuja a darse la última rola. Como demente le abre un agujero a la muerte dejándole pasar. La música lo eleva, su piel ni la siente, sus ojos empiezan a mirar hacia dentro y su cuerpo se empieza a desmoronar. Se desvanece en el aire y todos pisotean su alma. La noche eterna ha llegado a su final y allí yace aquel joven cadáver repleto de éxtasis. Sobredosis que doblan su carne, testigo de la nada y la ambición. Una última sonrisa queda plasmada en aquel rostro malgastado por el placer, víctima de la espada sin punta que compras en cualquier sombra. Otro más que malgasta su vida y la transforma en estadística.

Mientras en medio del azul, el llamado paraíso caribeño, la sal y la espuma ahogan los sueños…
Nace una niña otra mas que se perderá en el sustantivo. Error del sexo que compartirá su cama con su cuerpo. Sus pupilas delatan la estirpe de su corazón. Siempre siguiendo órdenes de rodilla y a sus pies. Su progenitor le crea moretones a la dueña del óvulo que le dio vida. Su néctar son las golpizas mientras su alma flota en un mundo imaginario. Así pasa su vida, sin claridad se transforma en estereotipo y un novio se le cuela en el corazón. Exaltada, le dedica el poema que creó mientras no era nadie. Un átomo hace explosión desabriéndole las heridas, le suicidan el alma. Con furia su amado le presta una lágrima y le corta las alas. Violentos besos acompañados de cortantes abrazos y al final una flor acompañada de aquel falso te amo recíproco de un perdón inexistente. Silenciada se le estrecha la vida en contra de la salida y con sueños estériles de un ayer. Libélulas de sangre surcan sus aires en cada golpe que le propina su amor. Su vientre se hincha pero lo que pudo ser vida mañana es aniquilado hoy por una manada de golpes. Su vientre no dará a luz y su luz es anclada en mares tormentosos. Como manantiales brotan sus lágrimas por un por qué. Se escucha un perdón en voz espeluznante, deseo detenerme exclama el extraño, mientras su mano se columpia entre su rostro y la pared. Golpe fatal la hemorragia le ahoga la fe y tirada en aquel frió suelo, por fin descansa en paz. Otra mujer que en algún rincón del mañana contaran su historia. Vivió sola, murió sola, sí el destino le robo su nombre, su alma y su cuerpo lo tiraron como roca. Pasando a ser parte de una inspiración, profanada por la muerte se escuchan sollozos, perdones asesinos. Y al final su cuerpo, su alma y su espíritu pudieron ser libres mientras mueren muchas otras víctima de un cobarde vestido de hombre, víctima de la violencia doméstica, víctima del silencio, ssshhh…

Mientras en una isla un poco más al sureste, llamada Borinken…
Donde el pan es acompañado de plomo y los demonios han implantado su bandera. Silabas de odio adornan sus calles con antologías que se resbalan en costumbres ancestrales. La justicia de Dios se basa en un peine cargado de una cruz. Hermanos apuñalando a sus propios padres, padres que le roban la inocencia a sus hijos sólo por placer. Unos ojos trágicos acompañados de rabia vacían su dedo en el duelo de la muerte. Fatalidades a doquier. Cenizas de injusticia arropan el suelo donde ayer el viento secó la sangre derramada por las llagas del hijo perdido. Sacerdotes que entran por donde ni los sueños caben, marcando de por vida con sangre de cordero la vida de aquel pobre infeliz. Madres que ponen en venta sus siete virtudes por culpa de aquel hombre que se fue con la nada. La ley se vuelve una aristocracia y el ser diferente es un divisor social. Multitudes plasmando colores en el sendero del ayer, todo anda mal, la fe reflexiona en la cabeza de un joven, unos ojos ven como se plasman vivencia en palabras, atajos de la esperanza, lágrimas en poesía y una duda que termine sin fin. Una idea marea su rumbo y unos jeroglíficos se convierten en verbo. Sin sonido pero con mucho ruido crea unas historias que empieza así:
“Dios mío por qué me has abandonado”

© Oswar Nieves

No hay comentarios: